martes, 5 de junio de 2007

Excursión por las montañas de San Esteban

Siguiendo el curso aguas arriba, del Río San Esteban, valiéndonos del trazo dejado por el antiguo Camino Real (llamado de los Españoles) que va desde Puerto Cabello hasta Valencia, se disfruta de un paseo sobrecogedor. Es la combinación del espeso bosque, con la frescura del clima y los impresionantes rincones del río San Esteban, en su corto pero pintoresco descenso desde las montañas hasta el mar.
Nada de lo que se ve en el pueblo de San Esteban, nos prepara para este espectáculo, ya que cuando se está en Campanero, a apenas una hora de caminata, ya se percibe la diferencia (eso sí, hay que disponer los sentidos, afinarlos para lo que viene): verdor y frescura en la vegetación; y si se es acucioso y se tiene suerte, se verán y oirán a algunos representantes de la fauna local, entre ellos, el pájaro campanero (Procnias averano) (CANTO DEL CAMPANERO HERRERO) que le da nombre a la zona. En este punto (Campanero), tienes dos opciones, sigues el camino Real, sin cruzar el río, o lo cruzas, y llegas a la antigua Hacienda de Las Quiguas (de café y cacao hasta que la era petrolera la acabara), desde donde a unos metros y minutos más adelante, la senda se empalma con el Camino Real, en el cruce del río llamado Cumbre Chiquita. Si sigues el Camino real desde Campanero (te lo recomiendo) verás hermosos parajes del río y restos del pavimento de piedra del antiguo camino.
El panorama, es indescriptible, hay que percibirlo (con todos los sentidos) para poder admirarlo. Luego llegas al lugar llamado El Paují, sitio de un antiguo puente del que sólo queda su cabecera, el cual sorteaba una quebrada, y allí mismo, el río, formando un hermoso pozo y una admirable (no por lo grande pero sino por su belleza) cascada, que hacen del sitio un lugar muy concurrido.
Sigues subiendo y llegas a Cumbre Chiquita, lugar, según he leído, de una antigua posada que daba albergue a los viajantes de antaño. Aquí comienza el ascenso más pronunciado, atenuado por lo que sigue, lo cual es digno de percibir con todos los sentidos: VER, el juego impresionante de la vegetación con los accidentes del terreno, admirar el dosel dominado por los Higuerotes y Candelos con sus enormes raíces tabulares, y el sotobosque umbrío, dominado por helechos, palmas y ciclantáceas; OLER, el aroma del bosque, de lo vegetal, en ocasiones interrumpido con lo animal: OIR, la vegetación acariciada por el viento, percibir la fauna que en ocasiones se oye pero no se ve; por allá unos monos disfrutando de los frutos de los higuerotes; por aquí, aves que desconozco su nombre y apariencia, pero que siempre sus cantos están presentes; a lo lejos, el melancólico canto de la gallina de monte (Tinamus). SENTIR, el frescor del aire en la piel.
De pronto, en algún punto del camino, ves a tu derecha la pared de roca del Burro sin Cabeza. Impresionante espectáculo, para los que acostumbrados desde niños a ver siempre al Sur y a lo lejos, el trasero pedregoso de la supuesta bestia montañosa, casi le tocamos en este lugar y le admiramos de cerca.
Sigues caminando, y llegas a Paso Hondo, lugar de peregrinaje del turismo antropocéntrico, de aquel que sólo viene a este lugar a contemplar al famoso Puente de los Españoles, la estructura mejor conservada del Camino Real.

Impresionante en verdad, pero nada comparable con los panoramas de Soledad, ubicados más allá, y afortunadamente fuera de la vista de los destructores visitantes. Allí pareciera que siempre es de madrugada, por lo fresco, y porque el sol tiene que pedir permiso al dosel para llegar al suelo.

Luego, una sorpresa mayúscula para los desprevenidos, lejos de su tradicional sitio de admiración, oyes al campanero cantando, y si te orientas por su canto, llegas a la Casa de Piedra, enorme roca a orillas del llamado río El Guayabo, bajo cuya sombra, se acampa deliciosamente.
Luego, si te atreves a apartarte del camino, mas abajo del puente ojival, encontrarás excelentes pozos donde bañarte y recrearte, como este de la fotografía, donde admirararás una curiosa y maravillosa estructura tallada y pulida por el agua durante quien sabe cuanto tiempo. ¡Qué exuberancia, que belleza, y todo, a escasas horas y kilómetros de San Esteban y Puerto Cabello!



MAS FOTOGRAFIAS

En la vista satelital, provista por Google Earth, podràs haciendo click sobre el el icono en forma de brùjula, ver algunas fotografìas tomadas en el sitio señalado.En el extremo superior izquierdo, se observa San Esteban, en el àrea media, la zona descrita en esta entrada

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Oswaldo,

excelente blog. Muy bien hecho. Te felicito.

David R. Alves
Puerto Vallarta,
Jalisco,
México

Gustavo Adolfo Vidal Velásquez dijo...

Excelente blog. Muy útil tu descripción del recorrido y los recursos adicionales